El último informe del Banco de Pagos Internacionales (BIS) hace algunas afirmaciones sorprendentemente audaces sobre por qué las stablecoins no superan las pruebas clave que definen qué califica como “dinero”.
Primero, supuestamente las stablecoins carecen de la estabilidad de precios necesaria para servir como dinero real. Pero seamos honestos, ¿las monedas de los bancos centrales siempre ofrecen ese tipo de estabilidad? Muchos países no estarían de acuerdo.
Segundo, se dice que las stablecoins dependen de sus emisores. ¿Y el dinero fiduciario no? Si un banco central colapsa, absolutamente afectará el valor de su moneda.
Tercero, las stablecoins no siempre cumplen con los estándares AML/KYC. Claro. Pero, ¿los pagos en efectivo siempre los cumplen? ¿Qué pasa con los billetes físicos?
Y finalmente, las stablecoins requieren respaldo completo, lo cual el BIS presenta como una desventaja. Ese es el punto más desconcertante. Todos sabemos que el dinero de los bancos centrales no está completamente respaldado, ¿pero llamar a eso una característica de buen dinero? ¿De verdad? ¿Alguien estaría encantado de recibir un pago en algo que no está completamente respaldado?
Seamos claros: las stablecoins no son dinero real no por estas tecnicidades, sino porque nadie está obligado a aceptarlas. El dinero de los bancos centrales es moneda de curso legal: la gente tiene que aceptarlo.
Pero incluso eso no hace que las stablecoins sean inferiores. No son aceptadas por la fuerza, son aceptadas por elección.
Por ejemplo, en rabbit.io, siempre puedes intercambiar stablecoins por miles de diferentes activos criptográficos. Y muchas personas están haciendo exactamente eso, por elección.