Un oficial de policía del Reino Unido acaba de ser sentenciado por robar 50 bitcoins, un crimen que cometió hace ocho años.
Me encontré con la historia en Coinfomania, y lo que más me sorprendió fue la conclusión del autor. Escribieron: “Esta historia muestra lo difícil que puede ser atrapar a los criminales de criptomonedas.” Pero para mí, dice exactamente lo contrario: incluso si alguien pensó que cubrió sus huellas hace años, todavía pueden ser encontrados hoy.
En aquel entonces, los investigadores no tenían las herramientas o las habilidades para rastrear tales crímenes. Ahora las tienen. Y si no las tienen hoy, las tendrán en otros 8 años. O 80.
Es otro recordatorio más: nada es más tonto que intentar lavar dinero sucio a través de una blockchain. En el momento en que una transacción llega al libro mayor, está allí para siempre. Y eventualmente, alguien seguirá el rastro.
Las blockchains son excelentes para proteger actividades honestas de miradas indiscretas. Por ejemplo, cuando usas rabbit.io para intercambiar criptomonedas, nadie más que tú sabe que te dimos la dirección a la que enviar fondos. Y nadie más que nosotros sabe a dónde enviamos tus monedas intercambiadas. Eso es más que suficiente privacidad para el uso diario. Una vez que cambias de cadena, estás fuera del radar.
Pero cuando se trata de rastrear fondos ilícitos, el juego cambia. Ni siquiera un oficial de policía pudo ocultar su crimen. Y claramente lo intentó; si no lo hubiera hecho, lo habrían atrapado hace ocho años.
